Yo quiero contarles una historia de una abejita niña. Ella vivió en las
montanas con sus padres y su tío. Un día sus padres salieron en la noche a
bailar. A ellos les gusta bailar. Su tío dijo que el puede cuidar a la abejita
mientras sus padres estén afuera de la casa. La abejita y su tío decidieron que
ellos querían ver la televisión porque había un gran partido de futbol. La
abejita estaba jugando al frente del televisor cuando su tío le dijo “Venga, Siéntense
en mi regazo”. La abejita dijo esta bien. Cuando se sentó, el tío empezó a tocar
sus alas. La abejita no le gusta lo que sentía. La abejita sintió nervios y preocupación.
No sintió bien. La abejita dijo, “Por favor no toque mis alas. No me siento
bien”. Su tío se enojo y dijo, “No le cuente nada a su mama ni a su papa. Ellos
van a estar enojados. Este es nuestro secreto.” La abejita decidió irse para su
cama y no terminar de ver el partido. Al siguiente día la abejita fue donde su
maestro, el perro. "¿Puedo decirte algo?", dijo la abejita. “La noche
pasada con mi tío fue muy extraño.” “El tocó mis alas. No me gustó. Me hizo
sentir incomoda.” “¿Estás enojado conmigo? ", preguntó la abejita. "Por
su puesto que no usted hizo lo correcto", dijo el maestro. "Nadie
tiene el derecho a tocarte si no quiere que te toquen, porque su cuerpo le
pertenece a usted. Usted ha dicho "No", se escapó a un lugar seguro,
y se lo contó alguien en quien confiaba. Estoy muy orgulloso de ti. Has sido
muy valiente.” “¿Qué vas a hacer con mi tío?, pregunto la abejita. “Hay
personas que puede ayudar. Voy a tener una charla con su tío y decirle que el
no tiene el derecho a tocar a alguien que no quiere que lo toquen. Además, el no
debería haberte dicho que lo mantenga en secreto. Secretos que le hacen sentir
miedo o incomodidad son malos secretos y no deben ser guardados.” Dijo el
maestro. La abejita se sintió mas tranquila. "Gracias, Maestro”, dijo la
abejita. “Me alegro habérselo contado. Ahora me siento mejor. Es bueno saber
que tengo alguien con quien hablar acerca de las cosas que me molestan",
dijo la abejita, y le dio un gran abrazo a su maestro. La abejita no aprecia estar más preocupada.
Ella dijo, "Es bueno saber que puedo cuidar de mi cuerpo! Mi cuerpo es mi
cuerpo. Solo mío y existen personas buenas que me pueden ayudar."
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